"Desde el 11 de septiembre de 2001, comenzó una nueva guerra
imperialista que no tiene precedentes históricos: una guerra permanente, a
perpetuidad." Estas palabras pronunciadas por Hugo Chávez en su carta hacia la última Asamblea General
de Naciones Unidas, califican certeramente la naturaleza de los acontecimientos
que estamos viviendo como pueblo y desnuda la bestialidad del imperio generando
matanzas masivas por todo el mundo. Quieren saldar sus crisis económicas regando
las calles del mundo con sangre.
A las guerras empantanadas de Afganistán e Irak, hay que agregarle la
intervención directa en Libia (8º reserva de petróleo del mundo) perpetrando
una verdadera masacre con más de 70 mil muertos en 8 meses de invasión. El asesinato
de Muammar El Gadhafi hace unos días ratifica este escenario guerrerista que
está llevando adelante el Premio Nobel de la “Paz” Barack Obama.
A comienzos de año irrumpió en el escenario mundial lo que se denominó
“La Primavera Árabe”. Las inmensas movilizaciones callejeras comenzaron en Túnez,
y desde allí siguieron en Egipto, y luego se desparramaron en forma de
insurrección popular por casi todos los países árabes donde las tasas de
desigualdad social eran desoladoras. Países que en su mayoría están o fueron
gobernados con un estrecho alineamiento a los intereses yanquis, israelíes, y
de la Unión Europea, sostenidos sobre la negación y el sometimiento de las
clases subalternas islámicas. Pero no son los casos de Libia y de Siria donde el
que desestabiliza es el imperio utilizando mercenarios a su servicio. La
intervención yanqui en la región, ya sea en forma preventiva de cambios de
figuras políticas para que nada cambie, o de intervención militar directa,
habrá que leerlas en clave de la importancia geopolítica, pero con mucho olor a
petróleo.
En Nuestra América se consolida el despertar de los pueblos y avanza cada
día más en seguir conquistando soberanía a pesar de los intentos vanos del
imperio por desestabilizar gobiernos como el de Venezuela, Cuba, Ecuador,
Bolivia y Nicaragua. Porque no es un problema de gobiernos sino de pueblos
movilizados que han logrado penetrar el Estado. En ese sentido el ALBA sigue
siendo una alternativa para conquistar los grandes derechos postergados de los
pueblos y mantenerse alejado de las injerencias del Departamento de Estado
norteamericano. Mientras los últimos vestigios del neoliberalismo en nuestro
continente sucumbe con la insurrección del pueblo chileno contra el lucro
educativo que no es más que poner en jaque toda la estructura económica de
Chile instalada en la dictadura de Pinochet y sostenida por la Concertación.
En nuestra Argentina pasaron la elecciones nacionales, muchos festejan
sus triunfos abrumadores y otros, a lo que hayan podido acceder. Pero más allá
de las elecciones debemos advertir que como pueblo tenemos muchas cuestiones
pendientes por resolver y que no tienen mucho que ver con el resultado de los
votos. Si bien hemos podido conquistar con la lucha popular de muchos años que
a los genocidas de la dictadura los enjuicien y vayan presos, que se logre
sancionar la Ley de Medios Audiovisuales, la Asignación Universal por Hijo, y
el Futbol para Todos. Pero para nosotros si bien son importantes estás conquistas,
hay otras que son fundamentales para lograr la liberación verdadera y
recuperar definitivamente la soberanía del país, esos recursos vitales en la
actualidad están enajenados, son nuestros Bienes Comunes como los minerales, el
agua, la tierra, los recursos energéticos.
Hay compañeros que han hecho esfuerzos de construir entidades políticas
“alternativas” como Proyecto Sur, donde Alcira Argumedo no pudo ser candidata
en esta elección porque nadie la votó en las primarias. Eso demuestra que el
buen discurso de Pino Solanas se desmorona cuando de forma racista descalifica
el voto de las provincias, y plantea como voto sensato y culto el de los
porteños. También es importante destacar que proponer la
despenalización del consumo de marihuana e invitar a portarse mal como propuesta
política es una pose esteticista y banal de la política. Rebelarse no es
portarse mal y mucho menos fumarse un porro. Y menos que menos si encima lo
tenés que hacer con Morandini y Binner.
Por otro lado los
compañeros de la izquierda que avanza con su intención de transformarse en la
izquierda parlamentaria, lo saludamos y al parecer lo están logrando con
estética y discurso mesocrático. Por más retórica de laburante que le pongan
eso no tiene mucho que ver con los trabajadores.
En definitiva el problema que enfrentamos todas las organizaciones
populares, más allá de lo electoral, es lograr que el proceso político desatado
en diciembre del 2001 se encause hacia una solución nuestroamericana y
socialista, donde las políticas de Estado estén en función y al servicio de los
intereses del pueblo. Y no que se resuelva a favor del stablishment y en contra
de los argentinos. Pero como pueblo padecemos debilidades y ello nos obliga a
tener que comprometernos más en constituir una unidad capaz de encausarnos
hacia una alternativa de poder popular.
Hay que deshacerse de los prejuicios y del prestigismo que hasta el día de
hoy nos han separado. Es pararse por encima de la inmediatez, y comprender la
construcción y acumulación popular más allá de las diferencias coyunturales.
Porque es necesario construir una Argentina donde no haya hambre, saqueo de los
Bienes Comunes, que sea pluricultural, y antiimperialista. En eso estaremos
como Masetti y ahí nos encontrarán.
Agrupación Jorge Ricardo Masetti